El glaucoma es una afección ocular que, actualmente supone la segunda causa de ceguera en el mundo y afecta a alrededor de un millón de personas en España. El riesgo de desarrollar glaucoma aumenta con la edad.
De hecho, se estima que 1 de cada 40 personas mayores de 40 años se ve afectada por esta enfermedad y, a partir de los 75 años, una de cada 15. En cerca del 10% de los ciegos con ceguera adquirida, la pérdida de la vista se debe al glaucoma, con lo que se convierte en España en la segunda causa más frecuente de pérdida de visión.
Una característica de esta enfermedad es el lento deterioro del nervio óptico. Es un proceso lento, y en general, no produce dolor por lo que a menudo se detecta demasiado tarde, la mayor parte de veces cuando dicho nervio está dañado y la ceguera ha comenzado.
El deterioro del nervio óptico se debe a un incremento de la presión intraocular que, normalmente, está entre los 10 y 20 mmHg. El incremento por encima de este valor se debe a menudo a un trastorno del drenaje del humor acuoso de la cámara anterior del ojo. La presión puede ascender hasta 30 o 40 mmHg, e incluso más.
Puede darse en cuestión de horas si existe una obstrucción repentina del flujo del agua. En este caso se habla de ataque agudo de glaucoma, que va acompañado por fuertes dolores (conocido en España como dolor de clavo).
La presión se transmite a través del cuerpo vítreo (una masa gelatinosa que da al ojo su forma redonda) hasta el nervio óptico, que sufre daños por la presión y que puede ir destruyéndose gradualmente si no se trata a tiempo.
En el 30% o 40% de los enfermos de glaucoma, los daños del nervio óptico aparecen sin que se pueda achacar al aumento de la presión intraocular. En este caso se habla de “glaucoma de presión normal”.
No se conoce aún la causa exacta que lo produce, sin embargo, se supone que un factor importante es el trastorno del riego sanguíneo de los vasos que suministran oxígeno y nutrientes al nervio óptico.
El glaucoma se puede tratar con colirios o con cirugía (eventualmente, con una intervención con láser) cuyo objetivo es el de favorecer el flujo del agua en la cámara. Los medicamentos empleados ara el glaucomano son en todos los casos bien tolerados y la operación no siempre tiene éxito. Por eso hay personas que además usan cannabis para combatir contra esta enfermedad.
A principios de los años 70, en un estudio sobre los efectos de la marihuana en el ojo, se descubrió por casualidad que el cannabis fumado reduce la presión intraocular.
El Dr. Robert Hepler y la Dra. Ira Frank, de los Ángeles, constataron en 11 pacientes que habían fumado marihuana con 18mh de THC, que, una hora después de la presión intraocular se había reducido en una media del 25% (Hepler 1971).
En dos de los pacientes no se produjo apenas ningún cambio de la presión, mientras que en otros, sin embargo, se constató una reducción de la presión de hasta un 45%. Por tanto, el efecto sobre la presión intraocular puede varias según las personas, como ya sabemos que ocurre con otros efectos del Cannabis.
Conozco a dos enfermas que consiguen disminuir en gran medida la presión intraocular tomando vía oral 5mg diarios de dronabinol, mientras que hay otros que toman dosis elevadas y no notan ningún efecto.
También se ha intentado usar el THC en forma de colirio, pues se ha constatado que en el ojo existen muchos receptores cannabinoides. Aplicando localmente el cannabis en forma de gotas se pueden evitar mejor los efectos secundario psíquicos.
Pero el THC y otros cannabinoides no son solubles en agua, por lo que es difícil entrar un excipiente (o sustancia soporte) apropiado para este fin. A parte de esto, la aplicación local no ha dado siempre los resultados esperados, de tal manera que, hasta ahora, no se han autorizado los colirios de THC como medicamento.
¿Cómo puede mejorar el Cannabis al Glaucoma?
Algunos experimentos han demostrado que el THC reduce la producción de agua en la cámara y que favorece su flujo. Junto a la reducción de la presión intraocular, los cannabinoides puede favorecer el fortalecimiento del nervio. Por un lado, hay receptores cannabinoides en los vasos sanguíneos, y los cannabinoides los dilatan, de tal manera que podrían mejorar el riego sanguíneo.
Y por otro, protegen los nervios capturando los radicales libres e inhibiendo la excesiva producción del glutamato. Éste último es un neurotransmisor que se produce en exceso cuando hay una deficiencia del riego sanguíneo con la consecuente carencia de aporte de oxigeno y glucosa, y que contribuye a crear un medio toxico que puede conducir a una degeneración avanzada del nervio óptico.
Por eso, los cannabinoides pueden ayudar en el caso del glaucoma de presión normal. A menudo también es bueno reducir la presión intraocular por debajo de los valores normales.
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